“En el territorio más rico de la tierra, Argentina, vive un pueblo pobre, mal nutrido y con salario de hambre. Nuestra miseria se debe a que somos una Argentina colonial. Hasta que los argentinos no recuperemos, para la Nación y el Pueblo, el dominio de nuestras riquezas, no seremos una Nación soberana, ni un Pueblo feliz (…)”.
Arturo Jauretche (Volante de Forja)
Somos Movimiento Emancipador, militantes
políticos comprometidos con el destino de nuestra Patria, que decidimos poner
en discusión la crítica realidad del pueblo argentino. Desde nuestros distintos
ámbitos de trabajo, estudio y militancia, impulsamos este debate y nos
proponemos elaborar un Proyecto Nacional que implique el desarrollo de
todas las potencialidades argentinas, para que todos sus habitantes actuales y
futuros puedan tener una vida digna.
Vivimos una etapa de pérdida total del control de nuestra economía.
Nuestras riquezas no nos pertenecen. Se ha consolidado una estructura social injusta
donde unos pocos se apropian, con poco esfuerzo, de lo que muchos producimos
con nuestro trabajo.
Un minoritario sector social –multinacionales, patria contratista, sector
financiero bancario, empresarios administradores de servicios públicos, sector
minero, sojero y petrolero exportador - se apropia del excedente, lo dolariza y
lo fuga de la Argentina, vía deuda externa y balanza comercial, hacia los paraísos
fiscales. Este sistema es dirigido por los gerentes de la administración
dependiente. De esta forma, este sector rentístico y parasitario se convierte
en clase dominante cuyo único proyecto es ligarse pasivamente al mercado
internacional. En este esquema no hay ninguna posibilidad para nuestro pueblo.
Esta estructura económica, heredada de la dictadura, no se logró revertir
con el retorno de la democracia y se consolidó durante la década del 90’.
Nuestra dependencia no es sólo económica sino también cultural. Sufrimos
a diario un bombardeo mediático sobre temas superfluos o secundarios, que
desvía el eje de las grandes cuestiones nacionales para mantener el statu quo
con mentes sumisas. La idea de la imposibilidad de un cambio profundo ha calado
hondo en la conciencia de los argentinos, desarrollando el individualismo, el
rechazo hacia la política y un sentimiento de derrota y resignación.
Hacia finales de los años 90’, los pueblos latinoamericanos nos pusimos
en marcha y cuestionamos esta realidad injusta, iniciando un proceso de
descolonización que revaloriza nuestras tradiciones culturales y nuestra rica
experiencia política. En Argentina, la pueblada de diciembre de 2001 es el
acontecimiento que condensa un período mayor donde los movimientos piqueteros
de trabajadores desocupados, junto al conjunto del pueblo, ponen en el espacio
público la crítica a la realidad existente.
Sin embargo, aún no hemos logrado consolidar una nueva organización social
basada en estas experiencias y en las aspiraciones de una sociedad más justa.
Los intentos de cambiar estas estructuras, por parte de nuestras clases
dirigentes, fueron muy limitados y, en general, no se plantearon una
articulación con el proceso descolonizador iniciado por los pueblos, ni
buscaron transgredir los límites del sistema.
La democracia reducida al mero acto electoral y limitada a su dimensión
de régimen político, sólo nos invita a delegar a los representantes electos el
ejercicio del gobierno, coartando otras formas de participación popular. Asimismo, los
partidos políticos se convirtieron, hace tiempo, en estructuras vacías que no cuestionan
la dependencia ni defienden un proyecto
de país al servicio de la patria.
Las variantes que nos ofrece el sistema político no expresan la
transformación que nosotros buscamos. No queremos una buena o mala
administración del sistema económico imperante, queremos cambiarlo por uno justo
y soberano, con verdadero protagonismo del pueblo y que no aspire a integrar
simples consumidores pasivos.
Nuestra historia y la búsqueda colectiva de nuestro pueblo, que ha dado
por siglos esta batalla, son nuestra principal fuente de aprendizaje y
experiencia. Buscamos formar una organización política que las exprese y que
pueda hacer un aporte original para su actualización, pues las formas de
dependencia colonial se han reformulado con el paso del tiempo.
En esta etapa de fragmentación y de parcial desmovilización de los principales
instrumentos históricos de organización popular, urge la unidad de las centrales sindicales y el planteo de un programa
nacional, como lo fueron los históricos de La Falda, Huerta Grande y los 26
puntos para la Unión Nacional.
Por eso, la etapa que se inicia es de resistencia y preparación, donde como
pueblo debemos repensarnos y organizarnos para crear las nuevas estructuras que
nos permitan luchar por nuestros derechos y
aspiraciones.
Para Movimiento Emancipador la política no es un fin en sí mismo, sino
que es un servicio para garantizar el bien común, donde la economía debe estar
planificada en función del ser humano.
Entendemos que el Estado debe ocupar un rol central, proyectando y
administrando los resortes estratégicos de nuestra economía, como los recursos
naturales (hidrocarburos, agua, tierra y minerales), las industrias de base,
los servicios públicos, el sistema financiero, el comercio exterior, la
promoción científica y técnica, y la defensa nacional.
Cuando el pueblo fue protagonista, desde el Estado se lograron desarrollar
las principales políticas que dotaron a nuestro país de soberanía, articulando la
construcción de una gran Nación y la planificación económica con la
satisfacción de las necesidades básicas de nuestro pueblo.
Sin embargo, somos conscientes que hoy el Estado es el que muchas veces
atenta contra los intereses populares, avalando el saqueo y la explotación de
nuestras riquezas, amparando a las empresas multinacionales que comercializan
nuestros productos, llevándose todas sus ganancias afuera y dejando en nuestras
tierras miseria, contaminación ambiental y explotación. Décadas enteras de
destrucción del tejido económico y social nos han dejado un Estado permeable y,
por lo tanto, débil frente a los intereses de las transnacionales y de sus aliados
locales. Necesitamos inventar y construir un nuevo Estado: soberano, que
desarme las estructuras del privilegio y que impulse y defienda los intereses
de nuestro pueblo.
Este Nuevo Estado
no es posible sin el protagonismo y la movilización popular, única forma de
alcanzar el desarrollo de las capacidades del país y de asegurar la justa
distribución social de su riqueza.
Tampoco es viable sin la integración de la Gran Nación Latinoamericana. Sólo
América Latina unida puede hacer frente a los intereses y presiones de los
imperios centrales. Sólo la Patria Grande hará posible la defensa de nuestra
soberanía política, económica y territorial, así como el dominio de nuestras
Islas Malvinas y de la plataforma marítima. Tener una política común para
nuestro continente es hoy más necesario que nunca.
Por ello, nos reconocemos herederos del proyecto
sanmartiniano-bolivariano de unidad de la Patria Grande, de los patriotas que
combatieron por nuestra Independencia en el siglo XIX, de las montoneras
federales, los caudillos del interior y del litoral que sostuvieron las
banderas de la soberanía nacional y social frente al unitarismo porteño, aliado
al imperialismo británico, de las luchas obreras de principios del Siglo XX, del
proyecto democratizador del yrigoyenismo, del nacionalismo popular y militante
de FORJA, de las realizaciones del peronismo, de las expresiones de la
izquierda nacional, de la CGT de los Argentinos y el Cordobazo -como ejemplo
histórico de la unidad obrero-estudiantil-, y de la militancia social. Asimismo,
reivindicamos como nuestras las experiencias de los pueblos latinoamericanos que
han luchado por su autodeterminación.
Nuestros principios son la independencia económica, la soberanía
política, la justicia social, la emancipación cultural y la unidad
latinoamericana.
Sólo una gran gesta puede empujar este proyecto nacional para el
continente.
Ésta es nuestra búsqueda y éste, el camino que decidimos transitar. La
misión es grande y hoy nos excede, pero sabemos que muchos, desde distintos
lugares, están contribuyendo en esta misma dirección. Queremos construir un
movimiento de los que sufren, de los que producen y trabajan, y de los que
decidieron no ser oligarcas.
Te convocamos a esta larga pero promisoria búsqueda.
Unite a esta patriada.